Comer y Beber Miami

Una excentricidad sofisticada

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El menú del té de la tarde en el hotel St. Regis Bal Harbour de Miami

Los alrededores son la imponencia. Sin embargo, con la sabiduría de las tradiciones, ha aprendido a hacer carne de su propia esencia para convertirse en una perla que es capaz de competir con esos cielos que se meten dentro de las estancias y la línea del Atlántico que rompe en la playa con intenciones seductoras de robarse todas las miradas.

St. Regis Bal Harbour tiene un diseño audaz con candelabros de cristales y cielorasos con patrones geométricos, vidrios, espejos y pisos negros brillantes, suavizados por arreglos florales de colores brillantes, alfombras florales y arte moderno curvilíneo. 

Pero toda esa sensualidad se expresa impecablemente en su té de la tarde exclusivo, creativo, preparado por expertos- Tés de alta calidad, postres de inspiración francesa de pastelería de La Gourmandise, especialmente elaborados para el menú del té de la tarde. 

 

El secreto perfecto para acompañar la experiencia es la nueva galería vidriada que, gracias a los momentos reflexivos de la pandemia, nació de derribar un muro y tomar prestado un espacio que es un poco galería, algo de balcón terraza y mucho de marco hacia la otra de arte natural que provee el paisaje.
Mientras los ojos le sugieren una sonrisa a la boca, llegan cinco sándwiches gourmet: trufa en huevo de codorniz y hojuelas de oro sobre croissant, tarta de queso de cabra, crema de arvejas y ensalada de langosta sobre brioche, pavo, queso Brie, frutillas y albahaca acostados sobre un pan de nuez y arándanos, y salmón ahumado con mousse de arándanos y eneldo descansando en un Eclair para suspirar.  Los scons tibios de arándanos y ralladura de limón se sirven con mermelada de frambuesa casera y nata.

El St. Regis es el  lugar ideal en Miami para el viajero de lujo, para los jetsetters y fashionistas en búsqueda de nuevas experiencias de alta gama. El sitio perfecto en el que BOA te deja 11 veces a la semana. Cada una de sus habitaciones y suites han sido pensadas con amplia vista al mar. Un encuentro que se enaltece en la experiencia del té, con esa misma vista al ras de la playa. 

Es la hora de continuar la caída del sol, llega un shot: el Black Forest Verrine es una delicia cremosa cubierta con filigrana de chocolate y flores comestibles. Servidos en una jaula de pájaros de tres niveles que cuelga de un árbol de plata, los dulces incluyen Strawberry Lychee Champagne Verrine, Almond Frangipane Tart, Almond-Orange Financier, macarons y bombones variados. 

El concepto es grandioso. La calidad, sublime. La idea, clásica, como es de esperarse. Una experiencia irrevocable para conocer de qué va el lujo real en esta Miami que quiere escalar posiciones en la sofisticación y excelencia.